Me he topado ahora en medio del canje con un mural, algo muy extraño me ha pasado frente a el. Tiene muchos colores, escribo esto mientras me acompaña un café aquí donde estoy sentado pensando en que ojala no aparezca ningún simpático que se haga de mi notebook y me regale la nota negra de la noche.
El mural es así de amplio, hay colores celestes que me inspiran paz y remedio combinado con tonos vivos del verde que me despiertan y me recuerdan el pasto del verano que ya se acaba, hay un color naranjo calido matizado con amarillos y rojos que me hablan del calor del alma cuando se ama y el corazón palpita de pronto sonrojando asta tu cara…. Hay un auto en uno de las divisiones del mural, es un auto y luego a su lado una moto en la oscuridad de una carretera, se me ocurre ir conduciendo, escapando o sintiéndome libre en medio del camino a nada, libre, tranquilo, sereno, apresurado, urgente en la noche mientras la carretera va iluminando mis últimos pasos, dando paso a una nueva ruta o sendero, a nuevos planos, nuevos caminos desconocidos, al cambio, a las oportunidades… Hay un modulo en el mural, de color púrpura también y aparece una mezcla entre un sándwich y unos granos de café, ellos me recuerdan que no se me apetece nada en estos momentos, que últimamente los he dejado de lado, que siento menos hambre y tengo menos apetito que antes por las cosas. Hay un modulo amarillo en el mural, contiene unos libros ojeados, imagen que me traslada a la época en que escribía por ella, en que releía lo que iba noche a noche escribiendo para mi y para ella, para el momento, para las circunstancias, para aquellos tiempos.
Veo ahora un espacio lleno de dibujos que se adornan con dulces, la muralla que se llena de envoltorios, como recordando la dulzura de la vida, de compartir y disfrutar de manjares como estos de escribir hoy lo que siento y como aquellos que solo disfrutas gracias a que tienes vida y salud.
Bebo un poco mas de café sentado aquí en medio de un foco naranjo que combina con la mesa acrílica en donde apoyo mi descuidado notebook a las 5 de la mañana y ya comienzo a despedirme, a despedirme también de esa voz en off que sale en segundo plano desde un televisor plasma adosado a la pared mientras comentan sobre el mito o verdad acerca del código de la Biblia, tema por supuesto no relevante para la noche las circunstancias, pensamientos y reflexiones, solo un eco de la pared mientras estoy en mi mundo.
Aquí en ese rincón en el que me encuentro no hay espacio para aquel humo que me apacigua unos minutos y no se presenta esa nube toxica que es compañera de mis tardes, por lo cual ya voy cerrando estos comentarios para encontrarme con ellos en la calle, donde ya está haciendo frío y donde esperaré aquel transporte que me llevará a mi nido, del que me levantaré por la mañana para vivir el día y continuar resumiéndolo en estas líneas por la noche.
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